Me tocara la lotería, tuviera un
trabajo de prestigio, tuviera una mejor casa
o un mejor coche, aprobara las oposiciones, o se cumpliera cualquier deseo que tenemos desde
hace tiempo y un largo etc.
Hay personar que realmente creen
que el dinero da la felicidad, puede ser que cuando te toca la lotería
experimente una sensación de euforia, el dinero contribuye a la felicidad hasta
cierto punto, pero cuando uno cuenta con casa, vestido y sustento va perdiendo
importancia. Al parecer, una vez satisfechas las necesidades básicas, él dinero
proporciona más dicha sólo si uno tiene más que los amigos, los vecinos y los
colegas. Por otro lado esto quizá explique por qué mucha gente no se siente más
feliz a medida que va aumentando el sueldo. Ya se que es difícil decir esto en
la época que nos esta tocando vivir, pero es ahora quizás mas que nunca que
tenemos que tener esto presente.
El canino a la felicidad esta en
aceptarse a uno mismo, acertar nuestras limitaciones, cultivar las herramientas
psicológicas necesarias para solucionar los problemas o si no son solucionables
la aceptación del mismo y no la rumiacion incesante de la idea que nos preocupa
y nos atormenta.
El disfrutar siendo conscientes
de lo que tenemos y no centrarnos tanto en lo que no tenemos y deseamos, hay
que echar una ojeada de vez en cuando en esa mochila (imaginaria) que llevamos colgada (amistades, familia, hijos, cosas conseguidas, trabajo,
características personales, …..) y disfrutar de ello sin olvidar que esta ahí y
que ya lo tenemos.
Las cosa que necesitamos a medida
que tenemos mas, mas necesitamos para alcanzar el deseado nivel de felicidad.
De esta forma la felicidad se mantiene siempre fuera de nuestro alcance, pero
si no has sabido ser feliz antes de conseguir lo deseado, lo conseguido no te
va a enseñar a ser feliz.
Nunca nos paramos a pensar que
tan solo son escusas, para que esa felicidad no aflore, puesto que la felicidad
esta en nosotros.
La búsqueda de la felicidad es un
camino lleno de obstáculos, la mayoría de ellos se hayan en nosotros mismos.
Pero:
¿Es innata la felicidad? David Lykken,
genetista conductural y profesor de psicología de la Universidad de Minnesota,
en Minneapolis, cree que la mitad de nuestra sensación de bienestar depende de
lo que estamos viviendo en determinado momento, y la otra mitad de un nivel
fijo de felicidad que está determinado genéticamente hasta en un 90 por ciento
y al que volvemos después de vivir sucesos dramáticos. "Aunque nuestro
nivel fijo de felicidad esté determinado en gran parte por los genes",
explica Lykken, "depende de nuestro buen juicio y preparación -o de los de
nuestros padres- que se traduzca en alegría o en insatisfacción".
Lykken descubrió que la variación genética representa
entre 44 y 55 por ciento de la diferencia entre niveles de felicidad. Ni el
ingreso, ni el estado civil, ni la fe, ni la educación representan más de un
tres por ciento.
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